domingo, 28 de septiembre de 2014

Un área coja de mi vida, que me impedía caminar... pero hasta hoy.





¿Por qué tengo un área coja que me impide caminar?

¿Por qué mi  vida de oración se reduce a la raquítica tarea de elevar dos frases sin sentido antes de quedarme dormida?

Mi comunión con el Señor es casi nula, estoy en la puerta; sé lo que pasa adentro pero también sé todo lo que ocurre fuera.

Se demasiado para considerarte una inconversa, pero no lo suficiente como para ser una santa, Vivo un poco en santidad, pero también peco un poco –aunque en la vida todo es relativo–  alabo al señor y también maldigo un poco.


Levanto la vista al cielo –a veces– pero mis ojos son vagabundos en algunas ocasiones.

Coja del alma?

Minusválida de  espiritu?

Paralitica de corazón, acaso de un hábito oculto…


Porque siento la sensación horrible de que Dios ya no me quiere recibir????

Lo Siento… Puedo excusarme diciendo que ese hábito me domina por completo.

Y todo esto por falta de alimentación; Y lo mejor que puede saciarme espiritual es la oración.

Pero también sé que hay formas en las que puedo expresar mi amor por Dios además de las oraciones; mis acciones.
  
Me lo confirman los escritos Bahá’ís “Por consiguiente, esforzaos para que vuestras acciones sean a diario hermosas oraciones.”


“En la oración más elevada, el hombre ora sólo por amor a Dios, no por temor a Él o al infierno, o porque espere favores del cielo... Cuando el hombre se enamore de un ser humano, le es imposible no mencionar el nombre de ser amado. Cuánto más difícil es dejar de mencionar el Nombre de Dios cuando uno ha llegado a amarlo. El hombre espiritual no encuentra gozo en otra cosa que no sea la conmemoración de Dios.

Debo entrenarme para ganar y vivir sin saber lo que significa la palabra derrota.
Pelear, combatir sin esperar más bien haciendo que las cosas ocurran.


Porque no hay una tercera opción o soy única o parte del montón… la decisión esta en mi.




No hay comentarios:

Publicar un comentario